La conexión ideológica entre Trump y Putin se llama Alexander Dugin

“Yo puedo hablar de una manera que un oficial no puede. Un diplomático dice lo que se le dicta. ¿Qué dice un militar? Incluso menos que eso. ¿Y un oficial de inteligencia? Absolutamente nada. No puede uno entender dónde radica la verdad. Yo hablo desde la perspectiva de la geopolítica. Por eso los turcos empezaron a confiar en mi”, Alexander Dugin [1]

Esta pretendida frescura en el lenguaje, que inevitablemente recuerda a la de Donald Trump, no es la única similitud entre el ideólogo más relevante en la reciente historia de Rusia y el actual Presidente de EEUU. Aunque se retrata a sí mismo como una nota suelta, un “outsider” de la política cuya influencia no va más allá de la de un analista, Alexander Dugin es reconocido por académicos como Dmitry Shlapentokh y Jose Andres Fernandez Leost como la fuente de ideología geopolítica de la Rusia del siglo XXI. [2] [3] Dugin jugó un papel primordial recientemente en las graves crisis abiertas entre Rusia y Turquía tras el asesinato del Embajador ruso en Ankara y el derribo de un avión de combate ruso en la frontera turco-siria, que resultaron en una determinante alianza geoestratégica. [4] A caballo entre el nacionalismo anti-sistema y el imperialismo, sus teorías parecen haber encontrado en la administración Trump, y en concreto en su estratega jefe Steve Bannon, el socio perfecto para el rediseño del orden mundial.

La obra de Dugin, que se usa como referencia en la academia militar rusa, pertenece a la escuela Euroasianista, un movimiento filosófico y político que aboga por una sobresaliente posición mundial para el bloque formado por Rusia, Asia Central y Oriente Medio. Los euroasianistas guardan similitudes con el nacionalismo tradicional ruso. Principalmente, coinciden en identificar Rusia y Eurasia como culturas naturalmente colectivistas y por lo tanto enfrentadas al estilo de gobierno Occidental basado en democracias liberales capitalistas, a las que acusan de ser demasiado individualistas. Un individualismo que afecta a la estructura social de un país y puede llevar a la desunión nacional. Desde la caída de la Unión Soviética, el sentimiento de desafección con Occidente ha ido en aumento, y el atractivo de los enfoques Euroasianistas parece haber crecido en corcondancia dentro de varios grupos de la élite intelectual nacionalista rusa, con Dugin como su máximo exponente. Esta desafección no ha propiciado un crecimiento del Comunismo, como quizá cabría esperar. Según el propio Dugin, y a pesar de su retórica anti-Occidente e incluso anti-capitalismo neoliberal, el Comunismo contemporáneo ha perdido su capacidad de incitar al público ruso a la acción, al tratarse de un viejo conocido que no invita a la nostalgia. La vieja élite intelectual comunista carece de la capacidad de influir sobre los acontecimientos políticos y las decisiones del gobierno, y por lo tanto apenas tiene relevancia alguna en el plano geopolítico. [2]

A pesar de ello cabe reseñar que la ideología de Dugin es, como tantas otras hoy en día, un híbrido en desarrollo que, sin ser comunismo, capitalismo o fascismo, sí contiene trazas de todos ellos, mientras a la vez los contradice puntualmente. Su principal contraposición al neoliberalismo de mercado, gran hilo conductor de la globalización desde inicios de los 90, es en el renovado protagonismo que el Estado-nación debería recuperar. Siguiendo los principios euroasianistas anti-individualistas, sería necesario reforzar los valores comunitarios y las creencias populares que conforman el sustrato de la acción política. Estos valores y creencias contienen signos de nacionalismo y religión, pero sin depender fundamentalmente de ellos. Sin embargo, y quizá en contraposición al nacionalismo comunista, el individualismo no se elimina de la ecuación, sino que vuelve como un pilar importante de esta nueva cosmovisión. En ella, el individuo es un ser genuino, determinado y diverso, encarnado a la vez en una persona y en el pueblo al que pertenece.

Se trata de un individualismo que se acerca al libertarianismo, pero que contiene un importante añadido bio-étnico que no propone la superioridad racial o nacional, pero sí la clara distinción. Dugin insiste en una noción de etnia que condensa el núcleo singular de las cualidades culturales, religiosas, lingüísticas e incluso ambientales de un pueblo. Se trata de un resurgir de los pueblos como sujetos políticos por excelencia, frente a la existencia desnaturalizada de las sociedades democráticas liberales. [3] Éstas se encontrarían en decadencia al sufrir una enorme influencia del poder del capital privado global que aplica una hipócrita versión de la libertad, banalizada al ser aplaudido todo producto de ella. Por último, Alexander Dugin plantea una afrenta aún mayor a la ideología liberal global dominante, cuestionando la concepción de tiempo y desarrollo. Defiende un tratamiento subjetivo del tiempo, impugnando toda noción lineal o progresista de la Historia. En concreto, teme el supuesto post-humanismo cibernético al que nos dirigimos, ya manifestado en la hiper-conectividad socio-digital en la que vivimos. [5] Por ello, propone caminos alternativos al progreso concebido por el capitalismo tecnológico.

Steve Bannon, estratega jefe del Presidente Trump, es un reconocido admirador de los postulados de Dugin, a quien sigue desde su época de editor jefe de la publicación ultra-nacionalista Breitbart en EEUU. Esta afinidad es más evidente aún por conexiones como el Profesor Paul Gottfried, uno de los pioneros en el uso del término Alt-Right (derecha alternativa) para definir al actual movimiento nacionalista radical en EEUU. Gottfried es confeso seguidor de Trump y colega académico de Dugin, a quien incluso escribió el prólogo de uno de sus libros. Al igual que Dugin, Bannon ha inculcado en la retórica de Trump el nacionalismo económico del que hace gala cuando anuncia medidas proteccionistas, o cuando retira a EEUU de acuerdos multilaterales de libre comercio como el TPP. Siguiendo los principios bioétnicos de Dugin, Trump asocia la identidad del individuo con su contexto nacional y sociocultural, gritando a los cuatro vientos «America First». Una aproximación que en ocasiones parece coquetear con el racismo, lo que explica el apoyo de grupos abiertamente xenófobos y discriminatorios como el Ku-Klux Klan o el neofascista Richard Spencer. Sus agitadores, como la cadena Fox News, atacan constantemente la supuesta banalización de la libertad traída por el progresismo, criticando por ejemplo la liberal tolerancia hacia el Islam como una muestra de la debilidad de Occidente. El paralelismo ideológico entre Trump y Putin es tal, que incluso el ex-Embajador de EEUU en Rusia, Michael McFaul, explica que la mejor manera de equilibrar el reciente nombramiento de Bannon como miembro del consejo de seguridad nacional, sería si Putin hiciera lo mismo con Dugin. Un paralelismo ideológico que es aún más manifiesto en el escenario geopolítico.

La ideología de Dugin ha chocado frontalmente con la política exterior de Estados Unidos desde principios de siglo. Ya en 2001 afirmaba que una confrontación entre Occidente y Eurasia era «inevitable». [2] Aunque era perfectamente consciente de que el Departamento de Estado norteamericano anida diferentes facciones estratégicas e incluso ideológicas, abarcando desde el multilateralismo hasta el imperialismo, opinaba que todas compartían el objetivo de expandir un cierto orden mundial basado en democracias liberales que proyectaban la hegemonía global de EEUU a través del comercio y las alianzas militares.

Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, y su cada vez más evidente retirada del trono hegemónico al desmantelar el sistema de poder Anglo-americano que ha llevado siglos construir, la actitud de Dugin hacia EEUU ha cambiado radicalmente. [6] Él mismo declaró recientemente que el anti-americanismo ruso acababa con la administración Trump, a quien considera un aliado en potencia. [1] Bannon se considera un leninista, ya que su intención es derrocar el status quo global con un sorprendente enfoque anti-sistema. [7] En eso vuelve a coincidir con Dugin. El ideólogo ruso asume la relevancia de la interdependencia y cooperación global, incluyendo a agentes no estatales, y reconoce la necesidad de un acercamiento multipolar al diseño de la política exterior de las grandes potencias, pero siempre desde una perspectiva contra-institucional. El desafío en ambas posturas es el definir cómo un gobierno con poder global puede comportarse de manera contra-institucional. Quizá ello explique por qué el Departamento de Justicia parece haberse convertido en el último bastión en la defensa del orden constitucional frente a las acometidas de Trump, como muestra el reciente ejemplo de la prohibición de entrada al país de los ciudadanos de siete naciones mayoritariamente musulmanas.

Bannon y Dugin, siguiendo esta híbrida proto-ideología neo-nacionalista que el ruso define como Cuarta Teoría Política, apoyan la escenificación del poder multipolar a escala geopolítica. Dugin trabaja en una coalición Ruso-Islámica, con Turquía, Siria e Irán como principales socios. Bannon juega con la idea de neutralizar la OTAN, retrocediendo hasta posiciones continentales en EEUU, y trabajando en asociaciones puntuales como la actual alianza con Arabia Saudí en Yemen. El conflicto en Yemen se convierte por tanto en una de las grandes claves para atisbar el reposicionamiento de piezas en el nuevo tablero geoestratégico. Un tablero en el que Israel será de nuevo juez y parte, ya que puede encontrar ventajas e inconvenientes en ambos ejes. [2]

Es difícil discernir hasta dónde llegará la colaboración ruso-americana. Sus actuales afinidades ideológicas invitan a especular con un pacto al estilo Ribbentrop-Molotov, en el que Rusia y EEUU se permitirían recíprocamente acciones internacionales unilaterales. El pacto podría extenderse a otros países, dadas las similitudes con la actual Primera Ministra de Reino Unido, y con los candidatos neo-nacionalistas en Francia y Holanda con opciones reales de ganar sus respectivas elecciones. Un pacto de esas características amenazaría numerosas estructuras supranacionales como la OTAN, la Unión Europea y las Naciones Unidas, y con ello todo el sistema de legislación internacional que apoya la gobernanza mundial y el respeto de los Derecho Humanos.

Aunque la influencia de Dugin en el Kremlin parece haber disminuido tras desavenencias sobre la estrategia a seguir en Ucrania, su doctrina sigue presente en las decisiones geopolíticas de Moscú, como muestran las actuales alianzas con Turquía e Irán. [1] El resultado de esta estrategia es incierto, como lo son los planteamientos de Dugin. Lo articula Sergei Markov, asesor político de Putin, quien advierte que aunque Alexander Dugin sea visto como un filósofo brillante, no hay que olvidar que la brillantez y la locura conviven cercanas.

Referencias
[1] Meyer, H y Ant, O (2017), ‘The one Russian linking Putin, Erdogan and Trump’ (El ruso que enlaza a Putin, Erdogan y Trump), Bloomberg, visto el 7 de Febrero de 2017, https://www.bloomberg.com/news/articles/2017-02-03/who-is-alexander-dugin-the-man-linking-putin-erdogan-and-trump?cmpid=socialflow-facebook-asia&utm_content=asia&utm_campaign=socialflow-organic&utm_source=facebook&utm_medium=social  
[2] Schlapentokh, D (2001), ‘Russian nationalism today: the views of Alexander Dugin’ (Nacionalismo ruso hoy: las opinions de Alexander Dugin), Contemporary Review, Jul 2001; 279, 1626; ProQuest p. 29
[3] Leost, JAF (2015), ‘La ideología euroasiática de Alexander Dugin: entre la geopolítica y el populismo’, Nómadas, Madrid 46.2 (2015): 1-11, https://revistas.ucm.es/index.php/NOMA/article/viewFile/51417/47695 
[4] Lasa, V (2016), ‘¿Por qué colaboran Rusia y Turquía?’, Geopolítica HOY, visto el 7 de Febrero de 2017, https://geopoliticahoy.com/2016/12/23/por-que-colaboran-rusia-y-turquia/
[5] Lasa, V (2017), ‘Geopolítica de la Información: WikiLeaks y la soldado Manning’, Geopolítica HOY, visto el 7 de Febrero de 2017, https://geopoliticahoy.com/2017/01/19/geopolitica-de-la-informacionwikileaks-y-la-soldado-manning/
[6] Torreblanca, JI (2017), ‘El suicidio anglosajón’, El País, visto el 7 de Febrero de 2017, http://elpais.com/elpais/2017/01/16/opinion/1484595953_620288.html
[7] Sebestyen, V (2017), ‘Bannon says he is a Leninist: that could explain the White House’s new tacticts’ (Bannon dice ser leninista: ello podría explicar las nuevas tácticas de la Casa Blanca), The Guardian, visto el 7 de Febrero de 2017, https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/feb/06/lenin-white-house-steve-bannon

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