¿Por qué apoya Putin una presidencia de Donald Trump?

Han pasado 27 años desde el ya legendario ensayo del sociólogo Francis Fukuyama “El fin de la Historia”.[1] Escrito sobre los escombros del Muro de Berlín, en él afirmaba que con la caída del régimen comunista de la URSS la Humanidad llegaba a la conclusión de que el capitalismo y las democracias liberales marcaban el camino hacia la libertad y la paz global. Sin embargo, el final de la Guerra Fría probablemente nunca había sido tan evidente hasta hoy, cuando un potencial aliado del Presidente de Rusia se prepara para ocupar el despacho oval de la Casa Blanca. De nuevo Fukuyama salta a la palestra para explicar el cómo y el porqué.[2] Su “fin de la Historia” no fue tal, sino un breve paréntesis en la eterna lucha ideológica global. El libre mercado, la apertura de fronteras, y el decreciente papel de las Naciones-Estado en favor de organizaciones internacionales como el Banco Mundial o el FMI por un lado, y organizaciones privadas como grandes corporaciones y fondos de inversión por el otro, dominaron la escena global hasta que en 2008 la música dejó de sonar. Una ciudadanía global decepcionada y abandonada por el poder necesitaba un nuevo discurso, y el populismo neo-nacionalista tomó gradualmente el mando. Francia, Hungría, Turquía caen lentamente engatusadas por una ruidosa ideología que exige el retorno al relativismo cultural, la soberanía de la Nación-Estado y el unilateralismo (valores históricamente defendidos por Rusia y China), adoptando además parte del discurso tradicional de la izquierda al exigir menos poder para las élites, mayor igualdad económica e incluso un rechazo a las guerras. Los británicos votan por el Brexit con inusitado fervor patriótico mientras los estadounidenses aúpan al poder a un líder que les promete volver a un utópico paraíso terrenal que probablemente solo existe en la nostalgia de los Baby-boomers. Mientras tanto, el gran maestro del populismo neo-nacionalista observa probablemente satisfecho el desarrollo de los acontecimientos, quién sabe si disfrutando de una copa de champagne en el Kremlin. Vladimir Putin no podría haber soñado con un mejor escenario. Tanto es así, que acaba de ser abiertamente acusado por la CIA de intervenir activamente en las elecciones americanas para beneficiar a Trump, su discípulo en lo ideológico y más que potencial aliado en lo geopolítico.

Lo que hasta ahora era especulación cualificada, apuntada por el propio Washington Post en Agosto de este mismo año, es ahora una acusación sin precedentes presentada por el conjunto de la comunidad de inteligencia de EEUU (17 agencias en total).[3] Una comunidad absolutamente desdeñada e ignorada por Trump antes y después de las elecciones, lo que también es un hecho sin precedentes. Pero lo que parecía otra batalla perdida por el establishment mediático contra Trump, se ha convertido en un mayúsculo desafío institucional, ya que el líder republicano en el Senado Mitch McConnell se ha unido a otras voces con peso dentro del partido que exigen una investigación por parte del poderoso Comité de Inteligencia.[4] Incluso influyentes periodistas de Fox News como Harry Reid acusan abiertamente a la campaña de Trump de confraternizar con Rusia, apuntando que el principal candidato a Secretario de Estado y actual CEO de la petrolera ExxonMobil, Rex Tillerson es un conocido aliado de Putin, quien incluso le premió con la Orden de la Amistad, uno de los mayores honores otorgados por Rusia a ciudadanos extranjeros.[5] Se trata de un modus operandi común para los servicios de inteligencia rusos, acusados anteriormente de intervenir en elecciones en Alemania e incluso el Brexit. Entretanto, el hecho de que la CIA acuse a un gobierno extranjero de intervenir para instalar en el poder a un líder autoritario representa asimismo una sublime ironía, dada la historia intervencionista de Estados Unidos en la gobernanza de innumerables países en Latinoamérica, Asia y África.

Las razones que explican el apoyo de Putin pueden resumirse en tres de las grandes líneas argumentales del Presidente electo Donald Trump; neo-nacionalismo, aislacionismo y desinterés por la promoción de los Derechos Humanos a escala global. El neo-nacionalismo invita a un relativismo cultural que obstaculiza los paradigmas del multi-culturalismo, justificando políticas hostiles contra la inmigración (legal e ilegal, desde el Brexit hasta la frontera México-EEUU) y los refugiados, permitiendo ciertos niveles de discriminación con la lucha contra el terrorismo islámico como hilo conductor. Putin necesita del enemigo islámico como salvoconducto para aplicar ciertas políticas domésticas ligadas a acontecimientos geopolíticos. Un presidente americano que no solo no le moleste, sino que le imite o incluso inspire, es ideal. El aislacionismo acaba con el intervencionismo americano que ha caracterizado el siglo XXI, siguiendo la estela marcada por Kosovo. Un intervencionismo que ha llegado, vía OTAN, hasta las fronteras rusas en el Este de Europa. Este aislacionismo se traduce en un “yo hago lo mío, tú haces lo tuyo, y ambos miramos para otro lado”, una política que es oro puro para Putin, quien aún necesita del reconocimiento internacional para su anexión oficial de Crimea (algo hacia lo que Trump ha mostrado cierta simpatía, a pesar de que solo ha sido reconocida por Afganistán, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Siria y Venezuela). Estas dos variables unidas, aislacionismo y neo-nacionalismo, podrían paradójicamente desbloquear la situación en Siria, que ha estado estancada en el Consejo de Seguridad de la ONU desde el inicio del conflicto. Bien dando total luz verde a las acciones de Rusia en el terreno, o bien interviniendo directamente, Trump está dispuesto a esquivar instituciones internacionales como las Naciones Unidas para acabar con la guerra y el Estado Islámico. El excepcionalismo estadounidense que predica se sitúa al margen del marco legal internacional, cimentado sobre la defensa de los Derechos Humanos, promoviendo así una abdicación del liderazgo americano en el mundo. Un nuevo mundo lleno de oportunidades para Putin.[6]

Un escenario global multipolar con un preponderante populismo neo-nacionalista es el verdadero inicio de la historia post-Guerra Fría. Ya no existen grandes bloques divisorios entre comunismo y capitalismo, sino múltiples actores relevantes en busca de oportunistas pactos puntuales (Crimea, Siria, Filipinas, el TPP). La negociación de tratos a espaldas de las instituciones y la legislación internacional, no es sino la representación de un “fin de la Historia” muy diferente al que imaginó Fukuyama. En esta versión, las democracias liberales son cada día más débiles, los Derechos Humanos cada día más ignorados, y la ley del más fuerte cada día más imperante.

Referencias:
[1] Fukuyama, F, “The end of History” (El fin de la Historia), The National Interest, Summer 1989, https://ps321.community.uaf.edu/files/2012/10/Fukuyama-End-of-history-article.pdf
[2] Fukuyama, F, “US against the world? Trump’s America and the new global order” (¿EEUU contra el Mundo? La América de Trump y el nuevo orden global), Financial times, visto el 13 de Diciembre de 2016, https://www.ft.com/content/6a43cf54-a75d-11e6-8b69-02899e8bd9d1
[3] McFaul, M, “Why Putin wants a Trump victory (so much he might even be trying to help him)” (Por qué Putin quiere una victoria de Trump (tanto que quizá incluso esté intentando ayudarle), The Washington Post, visto el 13 de Diciembre de 2016, https://www.washingtonpost.com/opinions/global-opinions/why-putin-wants-a-trump-victory-so-much-he-might-even-be-trying-to-help-him/2016/08/17/897ab21c-6495-11e6-be4e-23fc4d4d12b4_story.html?utm_term=.b8d458f3d35f
[4] Kim, SM y Everett, B, “McConnell backs congressional investigation into Russian interfence” (McConnell apoya investigación del Congreso sobre la intervención rusa), Politico, visto el 13 de Diciembre de 2016, http://www.politico.com/story/2016/12/mcconnell-backs-congressional-investigation-into-russian-interference-232504
[5] Egan, M, Horowitz e Isidore, C, “Behind the deep ties between Exxon’s Rex Tillerson and Russia” (Tras las profundas conexiones entre Rex Tillerson de Exxon y Rusia), CNN Money, visto el 13 de Diciembre de 2016, http://money.cnn.com/2016/12/11/investing/rex-tillerson-exxon-russia-putin/
[6] Eichenwald, K, “Why Vladimir Putin’s Russia is backing Donald Trump” (Por qué la Rusia de Vladimir Putin está apoyando a Donald Trump), Newsweek, visto el 13 de Diciembre de 2016, http://europe.newsweek.com/donald-trump-vladimir-putin-russia-hillary-clinton-united-states-europe-516895?rm=eu

2 comentarios

  1. […] La institución de la nación-estado recuperará una relevancia perdida tras décadas de globalización. La insostenible lucha entre la figura del estado unilateral y la multilateralidad de los desafíos globales parece estar siendo ganada por el primero. Esto se traducirá en menos consenso internacional sobre asuntos que competen a todos, como el cambio climático, el comercio, la migración, las crisis de refugiados, el desarrollo internacional o las grandes crisis financieras. Un mundo en el que los países mirarán cada vez más sólo por sus intereses, aupados por el neo-nacionalismo populista. […]

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