Ante la actual escalada de tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos, es de nuevo China quien pide a ambas partes contención para reducir las probabilidades de conflicto. [1] Se trata de una tradicional postura de la política exterior china, que insistentemente defiende a los norcoreanos de potenciales intervenciones de la comunidad internacional, o más concretamente, de acciones militares estadounidense. La relación entre China y Corea del Norte es extremadamente compleja y se encuentra en un momento delicado que no hace sino aumentar la incertidumbre en la Península de Corea. China es sin duda el mayor aliado de Corea del Norte, además de su más importante socio comercial como principal fuente de alimentos, armas y energía. Pekín ha contribuido a sostener los sucesivos regímenes dictatoriales en Norcorea con la esperanza de evitar un colapso que derive en un derrame de refugiados a lo largo de su frontera de más de 1.000 km, y un vacío de poder en una región que resulta clave para su seguridad nacional. [2] Es por tanto una relación frágil de difícil equilibrio y constante deterioro, como muestra el hecho de que China comenzara a apoyar ya en 2006 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (1718, 1874 y 2094) que condenaban las acciones del régimen norcoreano imponiéndole sanciones tras realizar pruebas nucleares. [3]
¿Por qué es tan importante Corea del Norte para China?
Norcorea es sumamente importante para China desde un punto de vista geoestratégico. Más allá de la afinidad ideológica que pudiera existir entre ambos regímenes, por otro lado bastante lastrada ya desde las reformas económicas del líder chino Den Xiaoping en 1979, la Península de Corea ha sido clave para la seguridad continental china desde hace más de 100 años. La memoria de la invasión por parte de los japoneses vía Corea en 1937 permanece aún fresca entre los líderes políticos chinos, y esta preocupación por su integridad territorial es habitualmente más significativa que otros factores. La guerra chino-japonesa de 1894-95 también vio sus mayores batallas sobre el territorio de la actual Norcorea. Con el paso de los años, la Península se convertiría en un protectorado japonés desde el que se lanzaría la invasión del territorio chino de Manchuria, creando un estado vasallo del Imperio japonés que supondría el inicio de la ocupación militar de vastas áreas del territorio chino hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Más tarde, China perdería más de un millón de soldados luchando en la Guerra de Corea (1950-1953) para impedir que los Estados Unidos pusieran su bandera en territorio norcoreano. El objetivo, como hoy en día, era evitar una nueva amenaza de invasión, esta vez por parte de los norteamericanos. Sostener al régimen de Pyongyang significa evitar la presencia de tropas estadounidenses en la frontera china, una afrenta inasumible. [4]
La compleja dinámica de la relación
Más allá de una colaboración puramente militar, la política china hacia Norcorea parece haberse enfocado en el comercio y la inversión en el país, con la esperanza de promover prosperidad y estabilidad, y aumentar su capacidad de influencia sobre el régimen. En cierta manera, ambos países se encuentran atrapados en una relación de mutuo secuestro, en la que los norcoreanos necesitan de los chinos para su supervivencia como estado independiente, y los chinos de los norcoreanos para asegurar la seguridad de sus fronteras. Sin embargo, China tiene motivaciones encontradas. A Pekín le preocupa cada vez más la inestabilidad que provoca el comportamiento de Pyongyang en todo el Noreste Asiático, amenazando la seguridad regional al azuzar la amenaza de un ataque nuclear. Algunos analistas asiáticos opinan que el apoyo de China a Norcorea es ilógico, ya que contribuye a un aumento del sentimiento anti-Chino en la zona, tradicional en Corea del Sur y Japón, pero también en otros países de relevancia estratégica como Vietnam. Esto facilita el refuerzo y escalada de las relaciones militares entre países de la región y Estados Unidos, que ya cuenta además con una importante presencia militar en el Paralelo 38, la frontera entre las dos Coreas. A corto plazo, la situación ha llevado a Tokio y Seúl a instalar sistemas de defensa contra misiles balísticos, muy a pesar de los intereses chinos. Sin embargo, Pekín parece haber calculado que estas desventajas no son tan negativas como lo sería el colapso del régimen norcoreano, lo que llevaría no sólo a un movimiento casi inmediato de millones de refugiados hacia la China continental, sino a la reunificación de la Península bajo el control de un Seúl en férrea alianza militar y comercial con los Estados Unidos. [5]
Un imposible equilibrio
China intenta encontrar la manera de contrarrestar una irreconciliable contradicción estratégica, originada no tanto por un razonamiento ilógico por su parte, sino probablemente por la propia naturaleza de Corea del Norte. Mientras desaprueba cada una de las acciones del régimen dictatorial norcoreano, desde las pruebas nucleares hasta la sucesión dinástica, reconoce no poder arriesgarse a perder un último bastión de defensa frente a la amenazante presencia estadounidense. [4] Sin embargo, la geo-estrategia y la seguridad nacional no bastan para explicar la política exterior China.
Pekín se encuentra en plena reflexión sobre su papel como superpotencia global, tejiendo una nueva identidad que se adapte a su creciente influencia en los acontecimientos internacionales. Dicha identidad se compone de dos roles potencialmente contradictorios. El rol tradicional, que deriva de su sistema de poder interno y su pasado histórico, tiende al continuismo, lo que en el caso de Norcorea supone apoyo incondicional a un viejo aliado comunista. El nuevo rol, en cambio, es el resultante de su ascenso al status de superpotencia global, el cual requiere cierta adaptación debido a las responsabilidades internacionales que acompañan a tal condición. Aplicado a la relación con Pyongyang, este nuevo rol le obliga a ser más complaciente con las normas y legislación internacionales, y por lo tanto a condenar las provocaciones nucleares y habitual beligerancia de Kim Jong-Un. [6] China reconoce su responsabilidad en la existencia y continuidad de un Estado anacrónico, residuo de la Guerra Fría, que amenaza casi desde la locura con un holocausto nuclear al menor desaire. [5]
¿Qué depara el futuro a la relación Pekín-Pyongyang?
Desde principios del actual siglo, analistas occidentales han esperado que China fuera capaz de solventar, de alguna manera, los problemas causados por Norcorea. Se esperaba que la persuasión china derivara en una gradual desnuclearización y una creciente colaboración con los vecinos del Sur para alcanzar, por qué no, una reconciliación y futura unificación al estilo de las dos Alemanias tras el colapso de la Unión Soviética. Sin embargo, analistas chinos siempre apuntaron que el interés por proteger sus fronteras e integridad nacional era más influyente en Pekín que el deseo de pacificar la Península coreana. [5]
El principal mensaje que los chinos pueden trasladar a Pyongyang, y todo parece indicar que así ha sido, es que no se dejarán arrastrar a un conflicto bélico con Estados Unidos. La perspectiva de perder el apoyo de su principal y poderoso aliado podría ser suficiente disuasión para que Kim Jong-un detuviera escaladas de tensión militar. Sin embargo, el relativo silencio chino ante el tronar de los tambores de guerra estadounidenses podría ser indicativo de que Pekín ha perdido toda esperanza de controlar al díscolo nieto de Kim Il-sung, fundador del actual Estado comunista. La pregunta que se hacen ahora en el Pentágono es si China tiene su propio plan para descabezar al régimen de Pyongyang y hacerse con el poder para evitar una invasión estadounidense. [7] De momento, continua el suspense.
Referencias
[1]Chapell, B (2017), ‘North Korea threatens to sink U.S. Carrier, China urges restraint’ (Norcorea amenaza con hundir un portaaviones estadounidense, China urge contención), NPR, visto el 25 de Abril de 2017, http://www.npr.org/sections/thetwo-way/2017/04/24/525366112/north-korea-threatens-to-sink-u-s-carrier-china-urges-restraint?utm_source=facebook.com&utm_medium=social&utm_campaign=npr&utm_term=nprnews&utm_content=20170424
[2] Albert, E y Xu, B (2016), ‘The China-North Korea relationship’ (La relación China-Corea del Norte), Council on Foreign Relations, visto el 21 de Abril de 2017, http://www.cfr.org/china/china-north-korea-relationship/p11097
[3] Xiao, R (2015), ‘Toward a normal State-to-State relationship? China and the DPRK in Changing Northeast Asia’, (¿Hacia una relación normal de Estado a Estado? China y la República Popular Democrática de Corea cambiando el Noreste de Asia), North Korean Review, Volumen 11, Número 2, Otoño 2015, pp. 63-78, ISSN 1551-2789 (Print)/ ISSN 1941-2886 (Online)
[4] Stapleton, R, ‘Responses to PacNet 32’, PacNet Newsletter no. 32R, 7 June 2012, http://csis.org/files/publication/Pac1232RA.pdf.
[5] Plant, T & Rhode, B (2013), ‘China, North Korea and the Spread of Nuclear Weapons’ (China, Norcorea y la proliferación de armas nucleares), Survival, 55:2, 61-80, DOI: 10.1080/00396338.2013.784467
[6] Noesselt, N (2014), ‘China’s contradictory role(s) in world politics: decrypting China’s North Korea strategy’(El contradictorio rol de China en la política mundial: descifrando la estrategia de China para Norcorea), Third World Quarterly, 35:7, pp. 1307-1325, DOI:10.1080/01436597.2014.926120
[7] Babones, S (2017), ‘Will China intervene in North Korea?’ (¿Intervendrá China en Corea del Norte?), Al Jazeera, visto el 27 de Abril de 2017, http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/04/170415110614281.html
Hola muy buen artículo. Una observación el fundador de Corea del Norte fue Kim Il Sung, no Kim Jon Il (este fue su heredero y padre del actual).
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Muchas gracias por tu aportación, tienes razón, mencionamos al padre en vez de al abuelo. Ya está corregido. Un saludo!
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